En el Congreso del Estado de Puebla parece que se inició una guerra interna en donde no importa lo que se tenga que hacer para ganar terreno ante el adversario. ¿Y quiénes son los enemigos?, muchos de ellos ni siquiera lo saben.
Una denuncia anónima de acoso llegó a diferentes medios de comunicación, algunos, considerando el beneficio que se nos da a las mujeres -por los constantes abusos y violaciones a nuestros derechos- deciden publicarlo, otros, investigar más a fondo.
Y esto me llevó a reflexionar que toda historia tiene siempre tres vertientes: la versión de cada una de las partes involucradas y la que es la llana y simple verdad.
Como mujer y periodista me identifico (aunque no justifico) las protestas con pintas y daños en inmuebles, vehículos e infraestructura por las diferentes violaciones y excesos contra el mal llamado por muchos años “sexo débil”.
Pero el problema, como ocurre en las discusiones con diferentes aristas, es que muchas veces termina cargándose de un lado o de otro, y eso confronta a las partes sin poder llegar a un acuerdo.
Sobre todo, cuando vivimos en un país en donde poco más de 6 de cada 100 delitos se denuncian y de estos, sólo el 14 por ciento se resuelven. ¡Claro que hay frustración y coraje!
El caso del Congreso de Puebla no es menor, porque pone en evidencia la discusión dos posturas irreconciliables:
1- Si existe un caso de presunto acoso, como el que fue señalado contra la Dirección General Jurídica del Legislativo, debe denunciarse de manera formal y se les deben garantizar sus derechos y protección a quienes sufrieron la agresión. Un caso correctamente denunciado tendrá una correcta investigación.
2- Si se trata de una campaña interna de desprestigio, también debe investigarse ya que el golpe en los medios fue dado, y con ello va de por medio el trabajo y vida personal de alguien.
Espero que esta nota periodística (porque hasta ahora sólo es eso) en verdad tenga un final, ya que como esta historia hay muchas y quienes trabajamos en los medios masivos lo sabemos. No hay denuncia, no hay proceso, pero el daño está hecho.
No quiero terminar este texto sin recordar que en Puebla, al responsable del delito de acoso sexual se le puede imponer una multa de 50 a 300 días de salario, pero no hay sanción de cárcel o prisión preventiva.
Mientras que por hostigamiento sexual se imponen de seis meses a dos años de prisión y multa de 50 a 300 días de salario y será punible cuando se ocasione un daño o perjuicio en la posición laboral, docente, doméstica o de cualquier naturaleza que se derive de la subordinación de la persona agredida.
Todo esto, analizado, discutido y aprobado desde el Congreso local.